La falta de certeza o confianza sobre algo futuro es lo que llamamos la incertidumbre.
Es una experiencia universal que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas.
Sin embargo, la mayoría de las personas tienden a evitarla o a tratar de reducirla al mínimo.
Y las organizaciones ya ni os cuento, lo poco que les gusta la incertidumbre.
¿Qué razones hay para odiarla?
Hay varias razones por las que nos gusta tan poco la incertidumbre.
Una razón es que nos hace sentir incómodos.
Cuando no sabemos lo que va a pasar, nos sentimos ansiosos y preocupados.
Esto se debe a que nuestro cerebro está programado para evitar el peligro.
Por otro lado, nos hace sentir que estamos en peligro, incluso si no lo estamos.
Otra razón por la que nos gusta tan poco es que nos impide planificar y ser predecibles.
Cuando no sabemos lo que va a pasar, es difícil tomar decisiones o hacer planes.
Esto puede ser frustrante y estresante.
Por último, la incertidumbre nos puede hacer sentir vulnerables.
Cuando no sabemos lo que va a pasar, nos sentimos como si no tuviéramos control sobre nuestras vidas.
Esto puede ser una experiencia muy desagradable.
Beneficios de la incertidumbre
A pesar de las desventajas, la incertidumbre también tiene algunos beneficios.
Esta situación puede motivarnos a actuar.
Cuando no sabemos lo que va a pasar, podemos sentirnos impulsados a tomar medidas para asegurarnos de que las cosas salgan bien.
También puede ayudarnos a ser más flexibles y adaptables.
Cuando nos enfrentamos a situaciones imprevistas, tenemos que ser capaces de cambiar de planes y adaptarnos a nuevas circunstancias.
Esto puede ser una habilidad valiosa en un mundo que está constantemente cambiando.
La agilidad de negocio nos ayuda a navegar la incertidumbre
Aprender a gestionar la incertidumbre es una habilidad importante para la vida. Hay varias cosas que podemos hacer para hacer frente a la incertidumbre, como:
- Aceptar que la incertidumbre es una parte normal de la vida. No podemos evitarla por completo, así que es mejor aprender a vivir con ella.
- Desarrollar estrategias para lidiar con la ansiedad y el estrés. Hay muchas técnicas que pueden ayudarnos a calmarnos y sentirnos más en control.
- Enfocarnos en lo que podemos controlar. En lugar de preocuparnos por lo que no podemos controlar, concentrémonos en las cosas que sí podemos controlar.
Por eso, es una parte inevitable de la vida navegar por lo desconocido.
Sin embargo, aprendiendo a gestionarla, podemos vivir vidas más plenas y satisfactorias.